LA MAGIA EN POESIA
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Ángel crucificado--Azrael Arcángel

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Ángel crucificado--Azrael Arcángel Empty Ángel crucificado--Azrael Arcángel

Mensaje por francis falcon Vie Mayo 06, 2011 10:21 pm

Era un frívolo pasaje lleno de oscuridad,
estaba tétrica y sin ese destilar luceroso que
iluminaba a un paraíso cuando se sentía
abatido.

Se podían ver legiones de almas
errantes en el lamento, ya que aún no
encontraban al descanso eterno.

Por ahí unas ánimas chillaban,
parecían asombradas por haberse topado con
un Ángel montado en una cruz pintada de
su misma sangre.

También, se oían aleteos apresurados
de los ciervos nocturnos, venían a ver el
llanto de ese ser en la angustia.

Habían miradas curiosas,
espantadas y preguntándose por qué
tal dolencia masoquista.

La Luna se eclipsaba, ya ni quería con
con su brillo asistir a la víctima montada en
aquel calvario.

Ya desde la muchedumbre, un señor
sigilosamente se acercaba, tenía su cuerpo
gastado por el tiempo y un bastón
en su mano derecha el cual le serviría de
soporte para poder caminar.

Ya en aquel lecho mortal, el señor
se arrodilla y a voz callada elevaba una plegaría
a Dios, al que miraba totalmente enlutado.

Él al finalizar persignándose,
una voz llena de dudas al oído del
señor llegaba y de está entonces
oyó:
- ¿Qué o quién fue el causante de tan fatal perecer?-

El señor la escuchaba, pero solo una
respuesta por el momento pudo ofrecer:

-Te pido retornar a tu lugar, ya que la
duda será revelada con una carta que El Ángel,
antes de exhalar su último aliento, me hizo
llegar-

Después que callaba,
la carta sacaba; en ella se encontraban
plasmadas a tinta sangre, unas palabras
que a todos leyó.

El Ángel escribió:
-La causa de mi destino fue el amor,
ya que por éste fui traicionado y eso que lo
creí verdadero y puro.

Ahora, me encuentro aquí,
sufriendo y aliviándome esta tortura
plasmándola con mi propia sangre.

A los que en este momento me
escuchan a través de otra voz, les digo
que esta vida no me vale nada.

Es que a pesar de la mentira
sigo enamorado y morir sería la
solución para este tormento.

Por eso, me atrevo con mi poca sangre
la cruz pintar y con la ayuda de un espectro mi
cuerpo crucificar.

Es lo que puedo hacer, ya que nadie,
siquiera el mismísimo tiempo, me quitará
esto que con cada latido aún siento.

Les pido por favor no llorar, ya que sus
lágrimas no limpiarán lo que en mi alma se
encuentra a no se podrá borrar-

Terminada la lectura, la gente quedaba
enmudecida y la vez asombrada, por lo que la
nota en su redacción a todos se les leyó.

Luego, de entre tanto silencio,
una mujer cubierta de pies a cabeza,
lentamente se acercaba a ese atroz
dolor.

La gente se la quedaba mirando, ya que en
mano llevaba a una rosa marchitada, que extrañamente
había caído junto con el pobre Ángel.

El hombre, al verla, le detiene su
marcha y al hacerlo entonces una pregunta
le hizo:
-¿Quién eres?-

Ella lo mira y así mismo entonces respondió:
-Yo soy quien traicionó a ese ser y he venido para por lo
menos dejar en su sepulcro esta flor que él
en vida me obsequió-

El señor miraba la rosa y en
ese entonces volvió y preguntó:
-¿Por qué ocultas tu rostro?-

En eso, ella lo miraba
y respondió apenada:
-Es que no quiero que nadie vea
a la persona que a aquel corazón
crucificado engañó-

De repente, al escuchar lo que ella
dijo, el señor se altera donde gritando
vuelve y pregunta:
-¿¡Y por qué debo dejar que pases!?-

Donde ella asustada y
suplicando, a éste le supo responder:
-¡Por favor señor!, permítame pasar y así
pedirle perdón al ser que por mi culpa
agonizó-

El señor al oírle tal ruego y a la vez
su llanto profundo, éste bajaba la guardia y le
dejaba el paso libre para ella poder continuar.

Al hacerlo, éste la miraba y a
voz apacible esto fue lo que de él,
ella, oyó:
-Me das lástima-

Ella escuchó lo que él le dijo,
mientras que con la mirada agachada
caminaba hasta ese cruel vestigio.

Ya cuando llegaba, ésta se
arrodillaba y llorando le dijo lo
que sentía.

Le dijo:
-Quisiera, que por favor me perdones.

Perdona a este ser humano que
hace algún tiempo, había jurado su
amor eterno por ti.

Te devuelvo la rosa que de corazón
me regalaste, ya que no merezco siquiera
los besos que con pasión me diste.

Ahora estoy maldita y espero que con
mis lágrimas ante ti, se limpie mi corazón que
palpita asquerosamente-

Ya al terminar de relatar su lamento,
ella dejaba la rosa en su exilio y poco a
poco se alegaba del gentilicio.

Ellos aún la miraban y lo hacían
con hostilidad al saber que ella, fue la
causante de dicho infortunio.

El viento lejos se la llevaba hasta
dejarla en un monte solitario, ése donde
solo una pregunta se hizo:
-¿Será que me suicido?-

Era lo único que se podía
entonces preguntar, debido a la
presión que ya tenía.

El remordimiento la trastornaba
intentando dormir, hasta la pobre alucinaba
diciendo que los muertos la hostigaban.

Parecía vivir por última vez.

Es que se estaba encontrando con su
pesadilla eterna, ésa que al final llegaría con
Una daga que acarició su cuello, acabando
con su inútil vida y gritando
¡Piedad…!



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