Mi sueño (un recuerdo)--Azrael Arcángel

Era una tarde de frívolo pasaje,
me abrazabas buscando un poco de calor,
ése que mi cuerpo te supo dar y así sentirte
protegida.

Luego me decías que nuestra
relación, algún día sufriría por la
desavenencia.

Cosa que me dejó parapléjico,
teniendo como única reacción cerrarte
la boca con un profundo beso.

En ese momento, se me había ocurrido
llevarte a una bella plaza donde existe un jardín
llenado con rosas de nunca marchitar.

Sin titubeos, me tomabas la mano
y así dejarte llevar hacia el curioso lugar.

Mientras marcábamos pasos, un ave
de plumaje entristecido surcaba la planicie
celestial, aquél que mirabas para yo entonces
decirte, que su dolor lo causaba la oscura
soledad.

Asombrada por lo que dije, con fuerza
presionabas mi mano y juntándola con tu pecho,
me decías que de ese atroz calvario ni nuestra
sombra lo será.

Llegando entonces al sitio, por momentos
detenías tu marcha, lo hacías por lo admirada que
estabas al presenciar tan única hermosura
jamás vista en la vida.

Entonces fue allí que decidí,
contarte la historia de este asombroso
vergel.

Amor, recuerdo que te dije:

-Linda, éste es el rincón donde las almas
cada noche vienen a dejar su promesa, la de
un amor eterno, sincero, puro y por
siempre verdadero.

¿Ves esta rosa que apenas retoña?
Pues, ella es donde deposité la esperanza
de lo que realmente tú y yo sentimos.

Es lo que nadie ha visto y lo
que pasará como todo por muchas
dificultades.

Sé que la vida posee muchos obstáculos.

Serán parecidos a los de esa flor
que te enseño, la que si no se le ayuda,
ni mucho menos se le tiene paciencia,
de seguro su futuro será morir.

Mi cielo, las veces que he venido aquí,
un señor de cabellera blanca y con la piel ya
arrugaba, una vez me relató que había visto
miles de personas que como yo, dejan su
sueño en una rosa.

Muchos ya marchitados,
pero fueron éstos que nunca se
llegaron a desear de todo
corazón.

Amor, él también me contaba que
por aquí yace una gran caída de agua, ésa
que ahora te muestro junto con un colorido
arcoíris, que se refleja por el Sol a través
del rocío de la cascada.

Por eso te traje aquí, ya que quiero
regalarte cada uno de estos detalles con ilusión
y esta rosa que me atrevo a arrancar, para que
aceptes bailar conmigo la balada de aquel
Ángel enamorado-

Ya en el baile, al oído me susurrabas lo
mucho que me amas y con lágrimas me agradecías,
que jamás en tu vida habías recibido tan hermosos
regalos.

Yo te miraba y así con mis besos limpiaba
todo tu sollozo, ésos que en mi corazón guardaba
para al final decirte, que dejarte nunca pasará.

Al termino del baile, la noche se hacía
presente, ésta que me sirvió para llevarte
a otro lugar que nunca olvidarás.

Tu pálpito ya no aguantaba tanta
felicidad, ésa que te provocó abrazarme
con fuerza y decirme dónde quedaba
ese otro hermoso lugar.

Yo colocaba una venda en tus
ojos, te abrazaba desde tu espalda y así
te hacía caminar, hasta llegar donde te
había entonces prometido.

Ya al llegar, descubría tus bellos
ojos, éstos que miraron toda una llanura
expandida de polo a polo.

Me preguntabas que por qué te traía
hasta aquí, donde después sin decirte nada, te hice
mirar toda una alfombra cubierta de brillante
firmamento.

Yo te decía que esas estrellas habían
presenciado tanto alegrías, como también
tristezas.

Yo te había mostrado solo una de
ellas, la cual tenía gran fuerza, tamaño
y mucho esplendor.

Te decía que allí es donde guardaba cada
día que pasaba contigo y que por nada los podría
olvidar.

Tú con anhelo escuchabas todo lo
que yo te decía y como coincidir, me cerraste
la boca tal y como yo una vez lo hice para
besarme con toda tu alma.

Al final de este sueño, me decías que no
olvidarás cada segundo que vives y quieres
seguir pasando conmigo.

Ya después me abrazabas y con un ‘’te amo’’
despertaría para decirte que éste habrá de ser el
más bello de todos los sueños que tuve con
el amor de mi vida.


Azrael Arcángel