El adiós a mi pueblo amado

El adiós a mi pueblo amado

Juntos, todos partimos a una
como viento en estampida,
nuestra tierra como ninguna
en el alma, la llevamos esculpida.

Fueron los días primeros
torturas incomparables,
recuerdos que prisioneros,
se tornaban inolvidables.

Cada fecha era un recuerdo
cada instante una añoranza,
mientras decías yo puedo
reclamabas firme templanza.

El trabajo no era fácil
otra lengua de dialecto,
la añoranza se hace ágil
por canjear aquel momento.

Mientras repites ¿Por qué?
buscando un entendimiento
el tiempo, ya era ayer y que,
qué, hacer con el pensamiento.

Toda aquella gente querida
que un día te acompañara,
cuando tu pueblo dejabas
cuando todo atrás quedaba.

Las buenas de la vecinas
las amigas del colegio,
las visitas de las primas
y las charlas del festejo.

Todos era parte tuya
por siempre atrás quedaba
una lucha en aleluya,
y un reto por cual luchabas.

Sus imágenes con tanto afecto
Y cariño, en tus recuerdos guardas

El viejo párroco. Don Manuel
el buen sacristán y el sastre
Eduardo el del quiosco, aquel
donde tantos tebeos cambiaste.

El médico y hasta el pregonero
Todos eran figuras del tablero,
de tu vida y tus recuerdos
de aquellos años primeros.

Las telas del señor Rafael
los retales y Juani mi modista,
aquel buen hombre y su saber,
tantas veces me hizo sentir artista.

Con la calle la estación
pase ya noches soñando,
quizás fue mi corazón,
que reclamaba añorando.

Volver de nuevo otra vez
dejar atrás lo vivido,
cuánto cuesta el entrever
ya todo, toma otro sentido.

Ya no estará mi colegio
ni las monjas, ni mis amigas
todo quedo en el reflejo,
mis recuerdos no mitigan.

Adiós, mi Carpio adorado
me fui de ti con tristeza,
por siempre te he venerado,
al mundo siempre mostré

y mostrare tu grandeza.
Junto a mi nombre tatuado
de El Carpio soy señores.
una simple cordobesa

Francis Falcón.